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Crónicas al Voleo

Hugh Hefner: la libertad al desnudo

La historia de Hugh Hefner. Un transgresor en serio que hizo historia a través de las páginas de Play Boy.
Por Germán Tinti (para Crónicas al Voleo)

Las icónicas imágenes de Marilyn Monroe desnuda sobre terciopelo bermellón publicadas en el primer número de la revista Playboy de noviembre de 1953 fueron una trompada en el hígado de la moralista, puritana y represiva sociedad norteamericana de la primera mitad del pasado siglo.

Aquellas fotografías por las cuales la inolvidable actriz y sex symbol de todos los tiempos había cobrado apenas 50 dólares fueron hechas por Tom Kelley en 1949; y adquiridas por Hugh Hefner para el número inaugural de una publicación que se convirtió rápidamente en un ícono universal del erotismo gráfico para las siguientes generaciones.

De esa primera edición se vendieron apenas 53.000 ejemplares; todavía muy lejos de los casi cuatro millones que llegaría a distribuir en la década de 1970. Sin embargo, esa revista mensual que llevaba en su primera tapa una fotografía en blanco y negro de la diva del momento con  una sonrisa exultante y que costaba sus buenos 50 centavos, iniciaba un épico camino que iba mucho más allá del póster desplegable que alimentaba las fantasías de buena parte de la población masculina de los Estados Unidos.

Chicas desnudas y derechos civiles

Además de señoritas desnudas, Hefner cedió importantes espacios a artistas, deportistas e intelectuales negros. Todo un manifiesto en contra de la segregación que, más o menos solapada (según el estado o la ciudad), imperaba en todo el país. La primera gran entrevista que se publicó en Playboy fue la que le realizó a Miles Davis el prestigioso periodista de ascendencia afroamericana, irlandesa y cherokee Alex Haley, conocido por haber sido el ghost-writer de la autobiografía de Malcom X y autor de la novela «Raices». En la entrevista no solamente se habló de música, sino que profundizó en la relación entre la fama del trompetista y su raza.

Con jovencitas de senos turgentes y cautivantes sonrisas en su tapa, Playboy encerraba en sus páginas artículos y entrevistas que lo posicionaban en la vanguardia progresista de su época. Desde el principio todo lo que hacía la revista del conejito irritaba al establishment político – religioso de la época. Abogaba por las libertades civiles a través de reportajes con personalidades como Muhammad Ali, Martin Luther King Jr, Malcolm X, así como a Jimmy Carter; promovía la libertad sexual y celebraba el disfrute de los placeres mundanos sin ningún atisbo de culpa.

Hefner junto a Muhamad Alí.
Preso por obscenidad

Pero el moralismo gubernamental no se quedaría de brazos cruzados y, como el mal ejemplo cundía, desde la Casa Blanca se fueron pergeñando diversas estrategias. Acciones para impedir, o al menos dificultar, la circulación de publicaciones que venían a resquebrajar los cimientos morales de la nación. Tal vez el paso más audaz en contra de la históricamente vapuleada Primera Enmienda (que consagra la libertad de culto, de expresión y de prensa) haya sido la creación por parte de la administración Nixon de la Comisión Presidencial sobre Obscenidad y Pornografía. Un engendro mitad oficial, mitad paraestatal. Objetivo: estudiar «el efecto de la obscenidad y la pornografía en el público, y especialmente en los menores de edad, y su relación con la criminalidad y otros comportamientos antisociales».

Las conclusiones del estudio contradecían su premisa, lo que llevó a que nunca fuera publicado oficialmente. Pero le sirvieron al presidente de la Comisión, Charles H. Keating, también conocido como «Mr. Limpio», para montar una compleja red de buchones que se dedicaban a denunciar cualquier publicación que escapara a sus rígidos cánones morales.

La agenda de Keating incluía a once senadores nacionales, cinco gobernadores y más de cien legisladores estatales. Además contaba con el apoyo de líderes municipales, empresarios, los obispos católicos de Cincinnati, Saint Louis, Washington y Los Ángeles; y de periódicos como Miami News, San Francisco Examiner, Los Angeles Times, New Orleans Time Picayune, Chicago Daily News e incluso The New York Times. «Nuestra opinión es que la lascivia producida en masa puede tener un efecto debilitante y perjudicial en el marco moral de una comunidad». Lo expresó furibundo un periódico de Chicago cuando Hef fue encarcelado bajo el cargo de «obscenidad», acusación de la que fue sobreseído por el jurado.

Sammy Davis y James Brown

Mientras el gobierno de Estados Unidos emprendía una cruzada en contra de las tetas, Hefner ampliaba su imperio; y lo aprovechaba para dar visibilidad a artistas segregados e incluidos en las listas negras macartistas que él mismo supo integrar. Esa premisa tenía también cuando inauguró el primer Palyboy Club en Chicago.

Conversando con Jesse Jackson

«Playboy fue el primer club no negro que en realidad puso en escena a los comediantes negros», dijo Hefner a CBS en 2011. «En clubes de Las Vegas, varias estrellas negras, incluida Sammy Davis, que era un amigo muy cercano, aparecían en el escenario, pero no podían caminar a través del casino. Tenían que pasar por la entrada trasera». Su compromiso era tal que cuando se enteró que algunas de las franquicias del sur de Estados Unidos impedían el ingreso de negros, compró las mismas. Y dejó establecido que en sus locales no se segregaría a las personas por su raza, sus ideas o su sexualidad.

De estos principios también hizo gala cuando, aprovechando el boom que significaba su revista, condujo algunos late night shows. Allí participaron relevantes artistas de color como James Brown, Ella Fitzgerald y Nat «King» Cole. O comediantes censurados como Lenny Bruce, Phyllis Diller y George Kirby.

«Somos dueños de nuestras mentes y nuestros cuerpos»

«La filosofía Playboy está muy, muy conectada con el sueño americano. Es la filosofía política de la libertad personal y económica, con el énfasis en el individuo. Somos dueños de nuestras mentes y nuestros cuerpos, y cualquier cosa que limite eso, ya sea la Iglesia o el Estado, es impropio de la sociedad que los EEUU debe ser», afirmó Hefner en una entrevista.

El crítico de –entre otros medios– The New York Times y finalista al Pullitzer 1994,  Matt Zoller Seitz expresó que Hugh Hefner fue «una figura de liberación y esclavitud, patrón de las artes y conversor del porno en mainstream. Problemático durante más de sesenta años. Yo chusmeaba las Playboys de mi padre adoptivo por las fotos de desnudos y así conocí a Marlon Brando, Norman Mailer y Malcolm X. Qué publicación tan extraña».

En 2012, Hef escribió que «éstas son las últimas escaramuzas de un ejército en retirada de autoridades morales autoproclamadas que han sido derrotadas una y otra vez durante las últimas cinco décadas; los estadounidenses han rechazado a estos fanáticos religiosos y luchado para proteger los derechos de las mujeres, los derechos reproductivos y nuestro derecho a la privacidad en lugar de someterse a su punto de vista cristiano de que el sexo existe con el único propósito de la procreación».

Tribuna y estandarte de libertad

Hugh Hefner murió en 2017 en la Mansión Playboy de Hollywood. Por las páginas de su revista pasaron la filósofa Ayn Rand, el escritor Kurt Vonnegut; Bertrand Russell, Salvador Dalí, Jean-Paul Sartre, el político George Wallace, Orson Welles, Arthur C. Clarke (autor de «2001, Odisea Espacial»), Yasser Arafat, Stephen Hawking, Carl Sagan y John Lennon.

También publicó a García Márquez, Ray Bradbury, Hemingway, Tenessee Williams, Borges, Arthur Miller, Truman Capote y Haruki Murakami entre otros. En 2010 recibió el prestigioso premio PEN-USA por sus aportes a la libertad de expresión.

En estos días sus emprendimientos recibirían un casi unánime rechazo, pero en la época en la que una mujer podía sufrir humillación y condena social tan solo por mostrar los tobillos, Playboy fue un estandarte de libertad.

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