Por Juan Carlos Gamero
Gracias, muchas gracias. Existen momentos en que un periodista deportivo debe despojarse de su supuesta investidura y convertirse en el ser humano que es, aunque a veces lo olvide.
Y el de hoy, es uno de estos momentos. Y uno no puede más que agradecerle al fútbol todo lo que el fútbol me ha dado. Pido disculpas por escribir en primera persona, sepan disculpar.
Me desborda la alegría, pero sobre todo me sobrepasa el agradecimiento. Porque el fútbol le ha dado a este periodista ya con algunos almanaques en el lomo la posibilidad de haber sido testigo de grandes momentos de la historia deportiva nacional.
Tenía 15 años cuando disfruté y grité los goles del Matador, la firmeza de Galván, las atajadas de Fillol y la inteligencia de Ardiles. Unos años después, pude ver en cancha a Diego eterno levantar la copa luego de haber dejado por el piso a ingleses. A los alemanes y otros cucos europeos. Junto a las corridas de Valdano, la guapeza de Ruggeri y el sacrificio de varios más, me permití disfrutar ya más maduro, de aquel momento.
Y hoy, con sesenta años y treinta y ocho de profesión, el fútbol vuelve a ser generoso conmigo. Me deja ver al mejor Messi de todos los mundiales; la entrega de todo un equipo, las atajadas heroicas de Dibu y… me permite festejar junto a mi hija un título del mundo, como aquellos que disfruté abrazado a mi papá.
Gracias fútbol por dejarme ver tu mejor cara. Muchas gracias por regalarme la magia de Diego, la potencia del Matador y la galera de Lio… y por permitirme decir «yo los vi jugar a los tres, los pude disfrutar a los tres».
Gracias, fútbol, muchísimas gracias por todo lo que me has dado. Y a ustedes, los lectores, nuevamente disculpas por haberme tomado el atrevimiento de escribir en primera persona y dejar que el hincha del fútbol le gane al periodista.
