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El secarropas de la corona

El secarropas de la corona
Por Germán Tinti (especial para Crónicas al Voleo)

Los que peinamos cada vez más canas y menos cabellos recordamos el jingle ochentero que afirmaba que el «Koh-i-Noor es un ciclón / poderoso el chiquitín» haciendo alusión al que si no fue el primer secarropas nacional, fue (y es) el más popular.

La propia página de la empresa explica, en tres párrafos, los motivos del nombre del producto, haciendo referencia al que quizás sea el diamante más famoso del mundo y que puede resumirse en la última frase: «Inspirados en la perfección de esta joya, denominamos Koh-I-Noor a nuestra línea de electrodomésticos».

Y es que muchos no sabíamos que ese extraño nombre había sido tomado del que se considera uno de los diamantes más grandes del mundo –que acusa 105 kilates y está valuado en algo así como mil palos verdes–  y que está engarzado en la Corona de la Reina Isabel. Tampoco teníamos idea de que Koh-i-Noor significa «la Montaña de la Luz» y que, antes de llegar a la testa de la recientemente difunta Reina Isabel, perteneció a monarcas hindúes, mongoles, persas y afganos y pasó a manos de la Casa de Windsor en 1855, cuando la reina Victoria fue nombrada emperatriz de la India,

Devuelvan la joya

Pues bien, luego de que doña Isabel II cambiara de barrio, India se apuró a mandarle un telegrama al nuevo monarca británico, el amigo Charles III –quien, sin dudas, es el rey más amargo de la monarquía moderna– pidiendo que le devolvieran el diamante.

Lo que pasa es que India pretende que le regresen la piedra preciosa antes del 6 de mayo, cuando se producirá la coronación de Carlitos y de su esposa, Camila Rosemary Shand, a cuya cabeza iría a parar el secarr… el Koh-i-noor.

A raíz de este reclamo, hasta el momento la familia real y sus asesores de protocolo y ceremonial no han llegado a una conclusión sobre el uso o no del diamante, según informó The Telegraph. De acuerdo a lo publicado por el diario londinense, fuentes de Buckingham aseguraron que el rey y su equipo son «muy conscientes» de que los tiempos han cambiado y se muestran muy sensibles y receptivos a preparar un acto pegado a la tradición, pero teniendo en cuenta los «problemas actuales».

Entre nosotros, ningún rey es consciente de nada y no son sensibles ni receptivos a nada. Viven en una nube de pe… en una irrealidad absoluta.

Los Mogul no son caramelos

Sin embargo, la idea de la diplomacia británica es evitar conflictos con la India, que reclama la propiedad del diamante, afirmando que el Imperio Británico lo obtuvo por la fuerza (medio que sí, porque entonces dominaba la región). Reclamos similares también realizaron Pakistán, Afganistán e Irán.

Y no es gratuito que estos últimos tres países se sumen al reclamo indio, porque todos ellos formaron parte del imperio Mogul, que en su período de apogeo dominó la mayor parte de los territorios actualmente correspondientes a la India, Pakistán y Bangladesh (no se metan con Bangladesh), llegando a poseer zonas de Afganistán, Nepal, Bután y este del Irán.

La primera referencia a la existencia de esta joya la encontramos en 1294, cuando pertenecía a un rajá del centro – oeste de la India. Entonces se calculaba que era tan valiosa que podría alimentar al mundo entero por dos días y medio. Con el transcurrir del tiempo y de las sucesivas guerras, la  piedra pasó por manos de nobles hindúes, mogoles, persas y afganos.

La maldición del diamante

Mientras el diamante pasaba de mano en mano se iba forjando su leyenda negra que lo llevó a convertirse en la joya «más infame del mundo». Como quedó dicho, tiene un largo recorrido como botín de guerra y arrastra una maldición que dice que quien posea este diamante «dominará el mundo, pero también conocerá todas sus desgracias. Solo Dios, o una mujer, pueden llevarlo con impunidad». La profecía figura en un texto hindú del siglo XIV y se ha ido cumpliendo hasta ahora. Capaz que por eso en Inglaterra se lo encajan a las mujeres. El miedo no es zonzo.

Como ejemplo de esta «maldición» bastaría con mencionar que Shah Jahan, el quinto emperador mogol de India y constructor del Taj Mahal, lo engarzó en su trono. Poco después su propio hijo lo encarceló para ocupar su lugar. En 1739, el emperador persa Nadir Shah saqueó Delhi y se llevó trono y las joyas que lo engalanaban. En esa época la piedra recibió su nombre actual. Le cambiaron el nombre, pero no el destino de su nuevo propietario, que fue asesinado ocho años después.

Queda claro que quienes se imponían por las armas se quedaban con el koh-i-noor. Así, la piedra llegó entonces al tesoro del reino sij, derrotado por los británicos en 1849. Fue el último marajá del Reino Sij, Duleep Singh Bahadoor, a la tierna edad de 10 años, el encargado de depositar la valiosa joya en manos británicas. De este modo el diamante se convirtió en parte del patrimonio real británico.

Diamantes y negocios

Así llegamos hasta estos días, a pocas semanas de la coronación del potato face de Charles y la reina consorte. En estas horas Buckingham tiene dudas de mantener la joya en la corona y no es por la maldición. «La coronación de Camila y el uso de la joya de la corona Koh-i-Noor trae dolorosos recuerdos del pasado colonial», declaró un portavoz del partido del primer ministro indio, Narendra Modi, al diario británico The Telegraph.

Esta controversia sobre la corona llega en un momento en que Reino Unido e India mantienen conversaciones comerciales que son de gran interés para Gran Bretaña después del Brexit. Parafraseando a Les Luthiers: «¿Vale acaso más una fría corona que el potencial económico de la numerosa mano de obra barata india?»

Para Saurav Dutt, escritor y comentarista político inglés de origen indio, «en una Gran Bretaña moderna, pluralista, el exhibicionismo de este diamante y de esta manera solo puede servir para indignar y recordar a la sociedad la relación usurera entre la India y el Reino Unido. Y esa relación se opone a cualquier intento de la familia real de trazar una línea entre ellos y el saqueo y la explotación con el que el imperialismo se deleitaba». Buen punto, pero tal vez no tiene en cuenta Saurav que todos los dueños del diamante lo fueron siempre gracias a victorias bélicas sobre pueblos a los que sojuzgaron hasta que llegó uno más poderoso.

Todo parece indicar que el secarr… el Koh-i-Noor abandonará la corona de la reina. Ahora, que la devuelvan a la India ya parece un toque más difícil. El British Museum está lleno de ejemplos.

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