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El que juega mejor, gana

Por Gustavo Gutiérrez

Axioma más viejo que el fútbol. El resultado es, casi siempre, hijo del rendimiento. Por eso el otro día Belgrano le ganó a Talleres. Porque lo pensó  mejor, lo ejecutó con frialdad y lo definió punzante.

Uno está tentado de llenarse de juicios absolutos.  Pero… vayamos por las piedras, fue tan solo un partido. Suárez, el mejor de todos, astuto, veloz, cabeza levantada. Dos cabezazos en el área, y «uno de Matías, siempre será gol», diría Zubeldía.

Carambola de Gandolfi, error de Rigamonti, y uno empieza a creer que la matemática a veces está divorciada de lo que pasa en la historieta de una cancha. Calvario para Medina, cuando fue Brunetta primero y Sequeira después. Lértora y su banda fueron mucho más que un Cubas inexpresivo y un Guiñazú incomodísimo. Ramírez un ratito, otro poco de Sosa. En Talleres, nada de juego. Godoy no pasó la mitad de la cancha, Bustos clausurado por Luna, el mismo Sosa maniatado por un ascendente Guidara. Lento, extrañamente lento Gandolfi; puso Suárez quinta, lo pasó sin dificultad y le dijo a Sequeira «tomá, hacelo».

Después, se peleó cerquita de Rigamonti. Si Aguirre hubiera pensado en lugar de acelerar, uno tiene la sensación de que Belgrano hubiera agrandado matemáticamente lo que en rendimiento ya había expuesto.

Antes y después, del partido. Lo pensó mejor con Bernardi, lo ejecutó mejor con los de corto. No hay vueltas ni versos en el fútbol: generalmente, el que juega mejor gana. Por eso ganó Belgrano. Aunque sea tan solo un partido, aunque no existan los juicios absolutos, aunque no haya que ser tajante en ninguna definición, este Belgrano jugó mejor que Talleres, y por eso ganó.

 

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