AG Noticias
Sin categoría

El hombre que se vio en el cine

Por Luis Eliseo Altamira

El actor Robert De Niro se encontraba en Italia rodando la película Novecento, cuando llegó a sus manos el libro Toro Salvaje, la autobiografía del boxeador ítalo-norteameri-cano Jake LaMotta, escrita en colaboración con Peter Savage y Joseph Carter. El texto, constituido por una serie de anécdotas ordenadas cronológicamente, refiere a la infancia de LaMotta en Little Italy (situado en la zona baja del este de Manhattan, en la ciudad de Nueva York), las andanzas delictivas junto a sus amigos adolescentes del barrio, su paso por el reformatorio, el inicio de su carrera profesional junto a su hermano Joey (quién, a la postre, sería su manager), la separación de su primera mujer, el casamiento con Vickie (de 16 años, con quién tendría tres hijos), y el apogeo y ocaso de su vida pública y privada.

Sospechado de arreglar peleas con la mafia y de haber asesinado a un levantador de apuestas, encarcelado por permitir a una menor ingresar  al night club que regenteaba en Miami tras su retiro como boxeador, LaMotta fue acrecentando la reputación negativa que ya gozaba en buena parte de la sociedad norteamericana por el mero hecho de ser hijo de italianos (asociados, desde principios del siglo XX, a la mafia o al anarco sindi-calismo (filiaciones que seguramente corroboraban a los WASP de entonces sus sentimientos de superioridad cultural y racial respecto de los latinos)).

Este campeón mundial de los medianos, principal contendiente de Sugar Ray Robin-son (para muchos, el mejor púgil de las décadas del cuarenta y cincuenta), fue, en su apogeo, uno de los ídolos y portavoces de los ítalo-norteamericanos que anhelaban ser reconocidos como ciudadanos de ese país. El libro, a través del cuál LaMotta asume o justifica públicamente su culpabilidad en algunos de los hechos ya citados (y en otros, como en los que ejerció la violencia física contra sus mujeres y su hermano), parece responder a la necesidad del boxeador de obtener la redención de los demás.

De Niro (nieto de italianos nacido en Little Italy, integrante de pandillas adolescentes y “huésped” reincidente de reformatorios), seguramente impactado a la distancia por los puntos en común de su vida con la de LaMotta, regresó a los Estados Unidos soñando con interpretar al personaje (dispuesto, incluso, a sumar  los kilos que Jake había co-menzado a engordar poco antes de su retiro).

El actor llamó a Martin Scorsese, quién leyó el libro y entendió al instante lo que  a aquél le interesaba de LaMotta. “Son esos caracteres que me gusta ver en la pantalla y a los que quiero dedicarles mi tiempo para hacer una película”, dijo el director, también nacido y criado en Little Italy. Scorsese rodaba por entonces Alicia ya no vive aquí y continuó con otros proyectos; concretamente, Taxi Driver y New York, New York (con De Niro como actor principal, persistiendo en su deseo de hacer Toro Salvaje).

Cuenta el productor Irving Winkler: “Durante la realización de New York, New York siempre se lo veía a De Niro con un libro medio estropeado. Era Toro Salvaje. Un día me pidió que lo leyera”. Con la venia de Winkler, Scorsese le encargó a Mardik Martin, guionista de su película Malas calles, la confección de un guión. En compañía del actor, Martin vio todos los filmes sobre boxeo hechos hasta entonces y se reunió con LaMotta y el resto de los protagonistas de su vida.

El boxeador fue contratado para iniciar a De Niro en la práctica del deporte y aseso-rarlo en algunos aspectos de su vida pasado. Cuenta LaMotta: “En los entrenamientos le dije que no se contuviera, que me golpeara con todas sus fuerzas, como yo pensaba hacerlo. Aprendió muy rápido. Me rompió la nariz, la mandíbula –tuvieron que practicarme una pequeña operación-, salí con una costilla fracturada, cardenales en los ojos y varios dientes  menos que le costaron 4000 dólares a la United Artists. Y lo único que pude hacer fue sacarle un poco de sangre de la nariz. En ese año completamos más de mil asaltos. Cuando terminé de entrenarlo, estaba seguro de que podía ser un boxeador profesional. No hubiera dudado en ponerlo entre los primeros veinte medianos del mundo”.

De Niro le hizo a La Motta todo tipo de preguntas sobre su vida anterior. Obsesionado como estaba en hablar como él, moverse como él, actuar como él, merodeaba a su alre-dedor para aprender de sus reacciones. Los filmes caseros realizados con una cámara  del boxeador durante la primera etapa de su matrimonio con Vickie, le permitieron al actor acceder al Jake que se preparaba para interpretar en la película.

El rodaje comenzó en abril de 1979. La primera mitad, destinada a las peleas, se realizó en los  estudios y en el Olimpic Auditorium de Los Ängeles. LaMotta, que había participado en el casting de los contrincantes de De Niro (todos boxeadores reales, al igual que los asistentes y árbitros que se ven en la película), coreografió las nueve peleas que se filmaron. Thelma Schoonmaker, la montajista de Toro Salvaje, recuerda el renunciamiento del actor en esta etapa: “Le preguntaba a Scorsese: “¿Ahora qué pasa?”. “Recibirás un puñetazo en la sien izquierda”. Y hacían eso durante quince minutos. Después preguntaba: “¿Y ahora qué pasa?”. “Recibirás un puñetazo en la sien derecha”. No le estaban dando puñetazos de verdad, pero tenía que sacudir la cabeza de un lado a otro sin cesar y a distintas velocidades”.

Scorsese y De Niro estuvieron de acuerdo en impedirle a LaMotta asistir al rodaje de las escenas dramáticas. “Es muy difícil interpretar a un personaje real –explica el actor-. Y si lo tienes cerca, es muy posible que te diga: “No, esto no lo dije así”. O: “No, esto no ocurrió de esta forma”. Hay que tomarse libertades porque el arte no es exactamente igual que la vida. Incluso si no hubiese dicho una palabra, su presencia hubiese resultado embarazosa”.

Para filmar las escenas posteriores al retiro de LaMotta como boxeador, De Niro se sometió a un estricto régimen para engordar. Para ello debió vencer previamente la oposición de los productores, que tuvieron que resignarse a suspender el rodaje por cuatro meses para que el actor aumentara 27 kilos. De Niro partió hacia a Europa a comer opíparamente en los mejores restaurantes italianos y franceses y a beber abundante leche y cerveza. “Conforme aumentaba de peso -recuerda el actor- me sentía más y más como el personaje. Me costaba caminar, me costaba respirar. Me rozaba la parte interior de los muslos, mi vientre se volvía tenso… y yo empezaba a odiarme a mí mismo, lo que redundaba en beneficio de mi interpretación, porque Jake LaMotta se sentía muy mal respecto a sí mismo en esta etapa de su vida”.

Toro Salvaje se estrenó en los Estados Unidos, el 6 de noviembre de 1980. LaMotta asistió a un cine de su barrio, en compañía de su ex esposa, Vickie. “Es muy raro verse a uno mismo en la pantalla (¡!) – explica el boxeador-. Uno tiene que pasarlo para darse cuenta. Vi muchas cosas en la película que no me parecen bien. Quizás haya hecho todas esas cosas, pero no me di cuenta. Cuando terminé de verla, me deprimí un poco. Le pregunté a Vickie: `¿Yo era así, de verdad?`. ¿Sabes lo que me contestó?: ´¡Eras peor!` ”.

nakasone