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Crónicas al Voleo

El circo criollo y los hermanos Podestá

Crónicas al Voleo y una recorrida por los inicios históricos del teatro argentino. a través del llamado circo criollo.
Por Germán Tinti (para Crónicas al voleo)

Circo Criollo… No es difícil imaginar la breve caravana de carretones avanzando lentamente por un polvoriento y solitario camino; todo en medio de aquel paisaje que el viajero Samuel Haigh supo describir con estas palabras: «El país llamado las Pampas es bastante llano y poco interesante en lo que hace a escenario para contemplar. Se viaja de posta en posta, sin el menor cambio a la vista. Se percibe (si se me permite la expresión) como un mar de tierra».

El Río de la Plata aún no era virreinato, y en Buenos Aires y por las principales poblaciones que jalonaban el Camino Real, actores trashumantes comenzaron a sentar las bases del teatro sudamericano, abandonando de a poco las obras clásicas llegadas de Europa e iniciándose en la aventura de componer piezas autóctonas.

«De aldea en aldea / el viento lo lleva / siguiendo el sendero / Su patria es el mundo / Como un vagabundo va el titiritero»

En plazas de pueblo, en carpas hechas con bolsas de arpillera cosidas entre sí, en pequeños tablados, en improvisados teatros o en plazas de toros (como la que había en Buenos Aires frente a lo que hoy es la Plaza San Martín), en celebraciones cívicas y religiosas; acróbatas, volatineros, cantores, malabaristas, actores y magos desplegaban ante ricos y pobres, patrones y peones, sus habilidades físicas, sus obras de teatro y sus artes de birlibirloque a cambio de las monedas con que la audiencia tuviera a bien recompensarlos.

Los Hermanos Podestá

El historiador Livio Ponce expresa que «el circo con escenario, donde las obras teatrales juegan el más importante rol artístico, creación netamente argentina y uruguaya es el verdadero circo criollo. En esta forma de espectáculo con primera y segunda parte radica la esencial diferencia entre el circo criollo y el extranjero». Inicialmente incluía una obra europea (en general italiana o española) y otra de autor nacional.

«Viene de muy lejos / Cruzando los viejos / Caminos de piedra / Es de aquella raza / Que de plaza en Plaza / Nos canta su pena»

Sebastián Suárez nació en 1840 en aguas jurisdiccionales brasileñas, en el barco que traía a sus padres a Buenos Aires. Siendo un niño asistió a la presentación del «Circo Olímpico», encabezado por Juan Lippolis, que era uno de los más destacados a mediados del siglo 19 en la capital argentina. Es espectáculo lo influyó de modo tal que Suárez comenzó a aprender trucos y técnicas circenses, utilizar maquillaje y ropas estrafalarias para convertirse en «tony».  En 1860, cuando las relaciones entre Mitre y Derqui se hacían cada vez más tensas, Sebastián Suárez funda el «Circo Flor América», primer circo de Buenos Aires, al que luego Alejandro Rivero (yerno de Suárez) bautiza «Circo Unión» y luego el «Circo de los 7 Hermanos Rivero».

Pero la historiografía oficial (y en general cualquier otra) reconocen como el hecho fundacional del teatro argentino a la puesta en escena de la obra «Juan Moreira» en la localidad bonaerense de Chivilcoy, el 10 de abril de 1886. Aquel día, en ese pequeño pueblo de la inmensa llanura bonaerense, la compañía encabezada por los hermanos uruguayos José, Pablo y Gerónimo Podestá, puso en escena la adaptación de la novela de Eduardo Gutiérrez «Juan Moreira».

«Vacía su alforja / de sueños que forja / en su andar tan largo / Nos baja una estrella / Que borra la huella / De un recuerdo amargo»

Los Podestá eran nueve hermanos, hijos de genoveses radicados en Buenos Aires y exiliados en Montevideo. Desde hacía años venían trajinando los caminos de ambos márgenes del río de la Plata; primero como integrantes del Circo Humberto Primo, y más tarde como cabeza de su propia compañía teatral. Esta, incluía a otros tres de sus hermanos, María, Medea y Juan José.

José «Pepe» Podestá había dado vida a «Peppino el 88», quizás el primer clown rioplatense. El payaso se convirtió rápidamente en uno de los personajes más populares y queridos en Argentina y Uruguay. El actor, enfundado en su colorido traje y el rostro maquillado, se presentaba diciendo «acepto, estudio, trasnocho, salto, brinco con maestría. Y el público, casi chocho, me llama desde aquel día Pepino el 88».

El inefable Pepino el 88

El espectáculo de los hermanos Podestá incluía, además de Peppino, una obra dramática. Juan Moreira fue la primera, luego se pusieron en escena otras que también se convertirían en clásicos inoxidables como Martín Fierro, Pastor Luna y Hormiga Negra. Sus giras significaron para muchas poblaciones alejadas de la capital o las ciudades con mayor gentío, la posibilidad de asistir por primera vez a una experiencia teatral. Y también servía, en dirección opuesta, para dar a conocer usos y costumbres rurales a la gente de la ciudad.

«Y al caer la noche / En el viejo coche / Guardará los chismes / Y tal como vino / Sigue su camino / Solitario y triste»

En los últimos años del siglo 19 y en la década inicial del 20 se produjo una especie de explosión de circos criollos. Circo Ecuestre, San Carlos, Circo Paysandú, Circo Pabellón General Lavalle, el Queirolo, el Anselmo, el Giani; el Unión, el Fassio, el Saporitti, el Sarrasani y el Alarcón, entre otros. Su creciente popularidad, así como la expectativa generada por la llegada de un nuevo espectáculo, motivó a numerosos autores dramáticos. A la vez, generó un semillero de actores y comediantes que se proyecta hasta nuestros días.

José Podestá como el gaucho Juan Moreira

En desolados caminos, en plazas de humildes de pueblos engalanadas de temblorosas luces y modestos oropeles; viajando en carretones tirados por cansados jumentos fue que se forjó el teatro argentino. A manos de hombres y mujeres que, como canta Serrat, van de feria en feria, siempre risueños, cantando sus penas y sus miserias.

«Y quizá mañana / Por esa ventana / Que muestra el sendero / Nos llegue su queja / Mientras que se aleja / El titiritero»

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