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Desentierro del Diablo: una tradición que no supera el paso del tiempo

Coplas, baile, serpentina, chicha y carnaval. Un colorido aire festivo inunda las calles del territorio jujeño en un evento que une las culturas andinas y españolas.

«El desentierro del Diablo» celebra los deseos reprimidos que se liberan y durante el festejo se permite embriagarse con la famosa chicha y los baldes de «sangría», sin culpa alguna.  El Diablo, también conocido como el Coludo o Pujllay, es desenterrado tras su enterramiento en el final del último carnaval.

Casi como desafiando el paso del tiempo, la festividad suma cada vez más adeptos que se visten de colores y rinden culto al Diablillo.

El santo rojo es sacado de las «apachetas», hoyos cubiertos de piedra en los que se alimenta la diosa Pachamama, a quien se pide permiso para tamaño libertinaje. Pero este año, y junto a la comunidad de Ni Una Menos, «NO TODO VALE EN EL CARNAVAL».

 

La fiesta se adueñó de los cerros, las calles, y de cuanto turista rondara por el norte. Los miembros de las comparsas quebraderas enmascaran sus rostros y disfrazan sus cuerpos como el mismísimo diablo a desenterrar: el Pujllay, aquel que, una vez en la intemperie, es alzado cual trofeo, cual símbolo del desmadre que se avecina, de esa euforia que, a puro gozo, ahora tiene rienda suelta para ser vivida.

Carnaval Diablillo
Carnaval Diablillo

Una vez finalizado el desentierro, los ritmos andinos toman el protagonismo. Las comparsas y sus seguidores comienzan el desfile callejero, mientras las puertas de las casas se van abriendo de par en par.

La munición de papeles, talco y espuma sigue capturando nuevas presas, más precisamente 13 mil, sólo si contamos a los turistas que según las empresas de turismo y de micros informaron. Entre viernes, sábado y domingo salieron más de 60 colectivos con destino a Jujuy y a diferentes ciudades del norte.

La celebración jujeña suma cada vez más fanáticos que viajan de diferentes provincias a conocer, disfrutar y sumarse a una tradicional festividad originada en siglos pasados que nada ha cambiado en su esencia.

 

nakasone