En tiempos donde las formas de amar se transforman y diversifican, un grupo de cuatro personas decidió construir su vida bajo una premisa: el amor no tiene una sola forma. Cecilia Figlioli, Juan Pablo D’Orto, Flor y Seba conviven hace más de seis años en un hogar donde las relaciones abiertas y el poliamor son parte de una elección consciente basada en la comunicación y el respeto.
Todo comenzó hace más de una década, cuando Cecilia y Juan Pablo, una pareja convencional, decidieron explorar nuevas formas de vincularse. “En 2011 casi no había información sobre el tema, y la poca que encontrábamos estaba en inglés”, recuerda Cecilia. La curiosidad de Juan Pablo los llevó a dialogar en profundidad sobre sus deseos y límites, y juntos acordaron probar algo distinto.
Con el tiempo, Cecilia inició una relación con Seba, mientras Juan Pablo se vinculó con una amiga cercana. Poco después, las relaciones entre ellos se entrelazaron y el grupo decidió convivir. “Nos mudamos los tres, y así comenzó nuestra familia poliamorosa”, relata ella. Años más tarde, Juan Pablo conoció a Flor, de quien se enamoró, y el vínculo se amplió de manera natural.
Desde entonces, los cuatro comparten el mismo techo, las responsabilidades y una forma de amar que prioriza la honestidad. “Tenemos una vida cotidiana muy organizada. Cada uno cumple con las tareas de la casa y todos colaboramos”, explica Juan Pablo.
Además de convivir, Cecilia y Juan Pablo fundaron Relaciones Abiertas, un espacio que ofrece talleres, acompañamiento y recursos para quienes desean explorar vínculos no monogámicos. Recientemente, publicaron el libro La revolución sexoafectiva, donde reflexionan sobre las transformaciones en los modos de amar y la libertad emocional.
