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Crónicas al Voleo

Chuck Wepner, el Rocky de verdad

Chuck Wepner, el Rocky de verdad (gettyimages)
Por Germán Tinti (especial para Crónicas al Voleo)

Se destacó en el ring por su asombrosa capacidad de resistir al castigo. Eran tiempos en que las peleas de boxeo eran a 15 rounds, y Charles «Chuck» Wepner resistía todo ese tiempo estoicamente el castigo que tuviera a bien propinarle su ocasional rival.

Sin embargo, al contrario de lo que podría pensarse, Wepner tuvo un historial aceptable si tenemos en cuenta que en su época brillaban tipos como Muhammad Ali, Joe Frazier o George Foreman. Aun así no es la carrera más impresionante de la historia con sus 35 victorias (17 por nocaut), 14 derrotas y dos empates.

Chuck Wepner training for Muhammad Ali fight.(Photo By: Frank Hurley/NY Daily News via Getty Images)
Las calles de Nueva Jersey

De ascendencia alemana y polaca, Wepner nació en Nueva York pero cuando tenía un año su familia cruzó el Hudson y se instaló en Nueva Jersey. Allí fue criado por su madre y sus abuelos.  De niño demostró interés por los deportes y comenzó a destacarse en el básquet en el colegio.

Pero fue en las calles de esta ciudad industrial donde aprendió a luchar y donde encontró su verdadera vocación. «Este era un pueblo difícil con mucha gente de los muelles y la base naval, y había que luchar para sobrevivir» afirmó en una entrevista.

A los 15 años se unió al Cuerpo de Marines de los Estados Unidos y allí se sumó al equipo de boxeo. Comenzó a destacarse por su manera estoica de soportar el castigo que le solían propinar sus rivales. De este modo logró coronarse campeón en su base.

Este gringo con tendencia a la alopecia y con el aspecto de un camionero de Iowa, se hizo profesional en 1964 y gracias a su estilo sacrificado se hizo popular en el circuito boxístico de Nueva Jersey primero y del noreste norteamericano después.  Fue en esa época en que se ganó su apodo: «El Sangrante». También en esa época comenzó a forjar una carrera que, finalmente, sería de película.

Piñas y nitrato de plata

El boxeo y el cine tienen una muy larga relación. En 1894 el estudio de Thomas Alba Edison publicó «The Boxing Cats (Prof. Welton’s)», un cortometraje cómico de unos pocos segundos en el que dos gatos con guantes de boxeo se enfrentaban sobre una pequeña plataforma.

Ese mismo año, el mismo estudio lanza «Corbett and Courtney Before the Kinetograph», el primer filme con humanos boxeando. En ella aparecen James J. Corbett, campeón de peso pesado, y Peter Courtney, boxeador profesional.

Desde entonces existe una fuerte ligazón entre la pantalla de plata y el (otrora) viril deporte de los puños, ya sea por razones narrativas, visuales y simbólicas. El boxeo evoca emociones primarias: miedo, orgullo, rabia, esperanza. Es un deporte de extremos físicos y emocionales, lo que se alinea bien con el lenguaje emocional del cine.

El dramatismo físico y emocional, las historias clásicas de ascenso, decadencia y redención, el reflejo de un contexto social y económico y la atracción visual de los combates de boxeo son algunas de las razones para que esta sociedad funcione.

Foreman, un pibe que promete

Volviendo a Chuck Wepner, el 5 de agosto de 1964 realizó –como ya se dijo– su primer combate profesional en el City Stadium de Bayonne. En la ocasión venció por nocaut en el cuarto round al veterano inglés George Cooper.

Desde entonces mantuvo una nutrida agenda de peleas, todas en la costa Este de Estados Unidos, en las que mezcló buenas y malas. En esos combates reafirmó su característica de boxeador duro, que acepta el combate abierto e intercambia, como solía decir Osvaldo Príncipi, golpe por golpe.

En agosto de 1969 le tocó enfrentar a un novato que venía de ganar por nocaut sus tres primeras peleas profesionales. Wepner solamente pudo aguantarle tres rounds a un veniteañero George Foreman. Casi un año más tarde fue el partenarie para la despedida de los cuadriláteros de Sonny Liston. Al fuerte pegador de Arkansas lo aguantó nueve vueltas.

Ali enojado

En 1975 tuvo su chance de pelear por los títulos mundiales de la Asociación Mundial de Boxeo y del Consejo Mundial de Boxeo. Había un solo escollo y ese escollo se llamaba Muhammad Ali. Hasta el noveno round, Ali tenía todo bajo control y se encaminaba a una victoria tranquila. Pero fue entonces que a Chuck se le ocurrió hacerlo besar la lona.

Se sabe que al gran Muhammad Ali esas cosas lo hacían enojar. Y vaya si se había enfadado el campeón. Desde ese momento hasta el 15º round lo cagó a sopapos, como decían en el barrio, hasta noquearlo a pocos segundos de la campana final.

Entre los millones de espectadores que siguieron el combate por televisión, estaba un tal Sylvester Stallone, que tres días después se puso a escribir el guion de su ópera prima: Rocky. «Este tipo no ganó –diría Sly tiempo después– pero fue el héroe. Eso me pareció hermoso».

Drogas, juicio y una compensación millonaria

Después de Ali, Wepner siguió peleando unos años más, ya lejos de los grandes escenarios. Finalmente colgó los guantes en 1978, tras perder por decisión unánime con Scott Frank. Derrotado, pero no derribado.

Lejos del ring y del gimnasio, Chuck comenzó a abusar de las drogas lo que lo hizo desbarrancar hasta caer preso en 1985 cuando lo agarraron con casi 120 gramos de merca. Esta situación le valió una condena de diez años de prisión, de los que cumplió 17 meses para luego pasar a un programa de supervisión intensiva.

En 2003 le inició un juicio a Stallone al considerar que había usado su historia de vida, y en especial su pelea con Ali, como base para su película sin pedirle permiso ni compensarlo económicamente. De hecho, fue reconocido en diversos ámbitos como «el verdadero Rocky» sin recibir por ello beneficio alguno. «Stallone hizo millones con mi historia. Yo recibí una cerveza y un boleto de ida», dijo Wepner. La batalla legal se extendió hasta 2006, cuando las partes llegaron a un acuerdo extrajudicial por una suma nunca publicada, pero que sin dudas tuvo unos cuantos ceros.

En la actualidad, Wepner trabaja de exdeportista retirado. Aparece ocasionalmente en el ringside en las carteleras de boxeo en su estado natal, Nueva Jersey, firmando autógrafos y posando para fotos con los aficionados. Aparentemente no ha vuelto a tener problemas con las drogas.

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