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Almacén de Quito: el lugar del mejor sándwich rutero

Quien recorre las Sierras de Córdoba y más puntualmente la ruta del Observatorio – Bosque Alegre hacia lugares como San Clemente o las Altas Cumbres, es imposible que se resista a los clásicos sándwiches de Lo de Quito, un parador añejo con toques de nostalgia y autenticidad cordobesa. Hechos en el momento, basta ver la cola de turistas pidiendo los tradicionales de crudo y queso para entender que valen la pena.

Redacción y fuente: Gabriela Origlia

Una parada obligatoria para quien va hacia las Altas Cumbres por el camino de Falda del Carmen (desde Alta Gracia ) es el Almacén de Quito. El lugar donde funciona tiene 110 años y fue, en sus comienzos, una pulpería. «Todo es original, hasta tenemos un mostrador de aquellos años donde los gauchos se acodaban a tomar algo», cuenta Rubén Arias, hijo de Quito que desde hace 45 años es el autor de los sándwiches más tentadores de la zona.

Después de la pulpería hubo un almacén de ramos generales y, cuando Quito se hizo cargo, siguió con ese formato hasta convertirlo en «despensa». Su hijo apunta que sumó «picadas y algún sándwich de mortadela para los lugareños, poca variedad». Se fueron sumando camioneros y familias que tenían casas de fin de semana en San Clemente. «Todavía el camino era de tierra, empezaron a parar y a pedir porque alguien les había comentado y así nos fuimos haciendo más y más conocidos», describe Arias.

A la despensa la gestiona la familia y aseguran que el «secreto» de sus sándwiches son los productos de «primera calidad» y el hacerlos «en el momento, en vivo y en directo». Los arman a pedido del cliente, pan sin miga, sin cáscara, con mayonesa, con manteca «lo que pida». La estrella es el de manteca y jamón crudo. «Es el más pedido, no le gana ninguno aunque tenemos 14 variedades y todos salen muy bien», se ufana Arias. Están abiertos de lunes a lunes desde las 8:30 (fin de semana a las 9:30) hasta las 22.

Juan Manuel Arias, dueño del Almacén de Quito, creador de un sándwich por el que vale la pena pagar
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