El 2025 dejó en Alta Gracia y el Valle de Paravachasca una sucesión de despedidas que marcaron profundamente la vida social, cultural, deportiva y profesional. A lo largo del año fallecieron vecinos y vecinas cuya trayectoria, compromiso y calidez dejaron huellas perdurables en cada ámbito del que formaron parte.
En febrero, la conmoción alcanzó a Potrero de Garay, San Clemente y Villa Ciudad de América con la muerte de Cecilia Mc Callan, docente, deportista y directora del IPEM 32. Recordada por su entrega y su vocación de acompañar a generaciones de estudiantes. Ese mismo mes, Alta Gracia despidió a Julio Conforti, figura entrañable de la vieja terminal de ómnibus, cuyo kiosco se convirtió durante más de dos décadas en un punto de encuentro cotidiano para viajeros y vecinos.
En marzo, la ciudad se vio afectada por la partida del doctor Roberto José Brunengo. Odontólogo, docente y dirigente institucional que dejó una marca tanto en la formación educativa como en el desarrollo de entidades profesionales y culturales.
Pocos días después, en abril, se conoció la muerte de Pablo Quintana, periodista cordobés radicado en Esquel. Valorado por su mirada reflexiva y su compromiso con los temas sociales y ambientales.
El invierno trajo nuevas pérdidas. En julio, la ciudad lamentó el fallecimiento de Carlos Schaffer, comunicador, animador y figura clave de la vida cultural. Su carisma acompañó durante décadas el desarrollo del turismo y los medios locales. También en ese mes se despidió a Don Miguel, histórico comerciante de la tradicional retacería que integró el paisaje cotidiano del centro de Alta Gracia.
Agosto marcó la partida de José Luis “Turco” Zakka, referente comercial de la avenida Belgrano y figura cercana para generaciones de clientes que lo recordaron por su calidez. En septiembre murieron Roberto Moreschi, empresario y hombre de fuerte presencia social, y el doctor Daniel Mazzucco, destacado ginecólogo y obstetra cuya labor profesional dejó una profunda huella en la salud local.
Finalmente, en noviembre, el fútbol local perdió a Carlos “Cacho” Chavero, uno de sus jugadores más talentosos y emblemáticos, admirado dentro y fuera de la cancha por su habilidad y su respeto.
Cada uno, desde su ámbito, construyó parte de la identidad de la ciudad. Sus historias, su dedicación y sus valores continúan presentes en quienes los conocieron y en la memoria colectiva que preserva su legado.




