AG Noticias
Crónicas al Voleo

Un avión en la manzana Jesuítica

Un avión en la manzana Jesuítica
Por Germán Tinti (especial para Crónicas al Voleo)

Muy poca gente circulaba por el centro de la ciudad aquella fresca tarde de invierno del 17 de agosto de 1938. No obstante, en la Plaza San Martín un buen número de personas se congregaba en torno a un escenario montado para los actos conmemorativos por el fallecimiento del General José de San Martín, del que se cumplían 88 años.

En el proscenio, autoridades provinciales y municipales, encabezadas por el gobernador Amadeo Sabattini, el intendente Donato Latella Frías y Monseñor Fermín Emilio Lafitte, arzobispo de la ciudad, comandaban el acto. Pasados los discursos de rigor, los presentes aguardaban el paso que un avión de la Guarnición Aérea realizaría en honor al libertador de América a la vez que arrojaría flores sobre el monumento. Pero la celebración terminaría de la peor manera.

El vuelo del progreso

Si bien el paso de los aviones por encima de la ciudad aún era un espectáculo poco usual, en Córdoba la actividad aeronáutica ya tenía cierta tradición. Hacia 1908 habían comenzado a realizarse exhibiciones de vuelos de globos aerostáticos y precarios aeroplanos.

Pero el verdadero salto se produjo cuando, en 1927, el presidente Marcelo Torcuato de Alvear, creó la Fábrica Militar de Aviones. A ese hecho fundacional siguió, en 1934, el traslado de la Escuela de Aviación Militar, que inicialmente estaba instalada en la base de El Palomar, en el Gran Buenos Aires.

De esta manera, nuestra ciudad pasó de ser un lugar de exhibiciones aéreas a transformarse en el epicentro de la industria aeronáutica argentina. Con el tiempo llevaría la creación de aviones emblemáticos como el Pulqui y el Pampa, la formación de pilotos militares y civiles, y proyectos tecnológicos y científicos.

También debemos mencionar algunos pioneros de la actividad, como Santiago Germano, que en 1912 realizó vuelos en un planeador de su propia construcción en Alta Gracia. Otra personalidad destacada fue Luis Candelaria, bonaerense formado militarmente en Córdoba. En 1918 fue el primero en cruzar la Cordillera de los Andes en avión. Todos ellos fueron profundamente influidos por Jorge Newbery en sus visitas a la ciudad.

Mirando al cielo

Sin embargo, el espectáculo de los aviones es algo que aun fascina a grandes y chicos. Como muestra basta fijarse la cantidad de automóviles detenidos el costado del viejo Camino a Pajas Blancas, observando embelesados despegar y aterrizar las aeronaves. Bueno, no todos miran aviones.

Y así estaba la multitud que en la Plaza San Martín mientras aguardaba el paso del bólido aéreo. El murmullo de la gente se silenció gradualmente a medida que el sonido del motor del avión, un Focke Wulf 29, un biplano utilizado como escuela y adiestramiento, llegaba desde el oeste de la ciudad.

La aeronave estaba al mando del sargento ayudante Martín Mondragón, quien era tripulado por el subteniente Ángel Victoriano Hernández. En la primera pasada, el avión volaba a muy baja altura, lo que alarmó un poco al público, pero también lo entusiasmó. En determinado momento, el oficial Hernández se asomó por uno de los laterales y arrojó una corona de flores rojas que cayó muy cerca del objetivo.

El accidente

Fue allí que algo salió mal. Un error de cálculo, un exceso de confianza, una distracción… Lo cierto es que al intentar retomar el camino para hacer una segunda pasada, el Focke Wulf no logró recuperar altura a tiempo… Y se llevó puesto uno de los mástiles del edificio del Banco Nación. Los primeros vítores se transformaron en expresiones de terror.

El incidente hizo que Mondragón perdiera el completo control del aparato. Esto tuvo como consecuencia que en su deriva impactara contra la cruz de hierro de la torre de la Compañía de Jesús. Finalmente, el avión se estrelló contra el edificio de la Facultad de Ingeniería para quedar colgado. El sargento ayudante Martín Mondragón murió en el acto. Por su parte, el subteniente Ángel Victoriano Hernández sobrevivió unas horas y falleció en el hospital San Roque.

«Es indudable que no era necesaria tanta audacia para cumplir la misión que se les había encomendado –cronicaría al día siguiente La Voz del Interior. Pero, seguramente, el piloto, confiado en la potencia de su máquina, la pericia de su manejo y sobre todo en su juventud, para llenar de admiración a la concurrencia y sentar posiblemente un precedente de la bondad de la 5ª arma, fue demasiado arrojado y en esta forma, cuando aún no se habían acallado las exclamaciones de admiración por la maniobra cumplida, un gesto de horror se dibujó en todos los rostros, al escuchar el golpe formidable del choque, ocurrido a corta distancia de la plaza».

Rescate infructuoso

Los primeros en llegar al lugar del accidente fueron civiles que estaban entre el público. Si bien del acto participaba la IV División de Ejército al mando del General Abel Miranda, ningún uniformado se movió de su posición porque en esos momentos se estaba ejecutando el Himno Nacional.

Las crónicas periodísticas rescatan que los primeros en llegar para asistir a los accidentados, fueron vecinos destacados de la ciudad. Entre ellos el Dr. Oliva Funes, los Sres. Orta Córdoba y Sr. Marcelo Carini y el cronista de La Voz, Jaime Huberman, además de dos efectivos policiales. Entre todos intentaron infructuosamente rescatar los cuerpos. Pero la posición del avión, literalmente colgado del edificio, dificultó la tarea. Finalmente llegaron los bomberos y terminaron el trabajo. Lamentablemente no hubo chances para ninguno de los dos aviadores.

La recientemente inaugurada industria aeronáutica de Córdoba ya tenía a sus primeros mártires, caídos en pleno centro de la ciudad. Probablemente también hayan colaborado en poner la piedra fundamental de una actividad que brindaría heroicos ejemplos de valor en combate en momentos de inflexión de nuestra historia reciente.

nakasone