AGNoticias dialogó con Cinthia Obregón, enfermera y dueña de Oasis Residencia. En la conversación, la mujer dio detalles de los cursos cognitivos que se dictan en el lugar para estimular la mente de los adultos que asisten al lugar. También habló de los geriátricos como espacios de tranquilidad, familiares y colmados de amor.
Cinthia Obregón es enfermera, con más de 20 años de experiencia en el cuidado de personas mayores. Su recorrido profesional comenzó en el geriátrico provincial Elpidio González de Despeñaderos. Allí trabajó durante dos décadas y fue también docente durante 12 años en el Instituto SEP, enseñando sobre el cuidado del adulto mayor. Esa trayectoria, tanto teórica como práctica, le permitió conocer del estado físico, mental y emocional de los pacientes.
La idea de crear su propio geriátrico surgió luego de una experiencia en la Clínica Santa María, donde fue testigo de la crítica situación en la que llegaban muchos pacientes de la tercera edad. “Vi una necesidad real: la de cuidar bien a los adultos mayores”, explicó. Luego de esto, junto a su marido —también enfermero—, abrieron Oasis.
Desde su creación, el enfoque fue interdisciplinario: “Trabajamos con médico clínico, neurólogo, cardiólogo, fisioterapeuta y nutricionista”. El objetivo no es sólo el alojamiento, sino la recuperación y la mejora del estado general del paciente.
Talleres cognitivos y físicos para estar activos
De lunes a viernes se organizan actividades que apuntan al entretenimiento, la socialización y el estímulo mental y físico. Los lunes, por ejemplo, se realizan talleres cognitivos que incluyen juegos de palabras, sumas, frases incompletas y dichos populares. También se juega al ahorcado y se desarrollan propuestas pensadas para ejercitar la memoria y la motricidad.


“Está comprobado científicamente que la mente necesita ejercicio, igual que el cuerpo”, sostiene Cinthia, y señala que los residentes no pasan el día frente al televisor. El objetivo principal es buscar el estímulo activo: se pone música a pedido, se organizan guitarreadas —como las de los martes, con Diego Cuello de La Bordona— y se desarrollan actividades de yoga, gimnasia y manualidades.



Los talleres no son obligatorios y cada residente decide si quiere participar.
Una nueva mirada sobre los geriátricos
“Hay una idea muy instalada de que los geriátricos son lugares tristes”, asegura Obregón. El abordaje integral de la salud física, emocional y cognitiva, junto con la calidez del trato diario, parece desmentir muchos de los prejuicios arraigados en torno a este tipo de instituciones.



Cinthia reconoce que la mala fama de algunos establecimientos se debe a la falta de preparación y compromiso en el cuidado. En ese sentido, remarca la importancia de la formación profesional, la vocación y el trabajo en equipo. “La vida me puso en este camino y lo disfruto. Me siento como la mamá de todos”, dice.
Su historia también es la de una familia que hizo de su profesión un proyecto común. Hoy, sus hijos —formados en salud— también forman parte del equipo, y el geriátrico se convirtió en una empresa fdonde el cuidado del otro es la prioridad.


