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Las suecas voladoras

Las suecas voladoras
Por Germán Tinti (especial para Crónicas al Voleo)

El Gran Premio de Turismo Standard de la República Argentina fue una competencia automovilística de gran popularidad y renombre internacional que se disputó entre las dos primeras décadas de la segunda parte del pasado siglo. Se destacaba por su gran extensión recorriendo inhóspitos caminos de distintas provincias en los que los pilotos ponían a prueba su pericia y en muchos casos arriesgaban sus vidas.

La sexta edición, realizada en 1962, preveía seis etapas. La primera unía la localidad bonaerense de Pilar con Carlos Paz, la segunda iniciaba en San Luis, atravesaba Mendoza y concluía en San Juan. La  tercera fase partía en La Rioja y llegaba a Tucumán. La quinta unía Santiago del Estero con Córdoba y la última iba desde Santa Fe hasta Arrecifes.

Para la competencia se inscribieron 286 binomios de los cuales largaron 258. Del exterior llegaron marcas como Mercedes Benz, Volvo y Alfa Romeo, que se sumaban a las nacionales Industrias Kaiser Argentina, Industria Automotriz Santa Fe, Autoar Argentina, Isard, IAFA y Borgward.

Un binomio femenino

El listado de competidores incluía lo más granado del automovilismo vernáculo como Jorge Cupeiro, Rodolfo de Álzaga, Gastón Perkins, Eduardo Rodríguez Canedo, Roberto Mieres y Atilio Viale del Carril. Como corresponde a la época y a la actividad, puros hombres. Por eso, la tercera dupla que inscribió el equipo oficial Mercedes Benz llamó poderosamente la atención: Ewy Rosqvist y Ursula Wirth formarían parte de la competencia dominada históricamente (al menos en nuestro país) por el género masculino.

A pesar de algunas burlas, una que otra feroz crítica y la sospecha de que se trataba de un golpe publicitario, las dos chicas no eran ningunas improvisadas en el asunto. Nacida en 1929, Ewy Rosqvist-von Korff era una pionera en la actividad mecánica de su país y una de las competidoras más exitosas del rally europeo.

De granja en granja

Única mujer de seis hermanos de una pareja de granjeros de las afueras de Ystad, Ewy Rosqvist se había graduado de asistente de veterinaria. En esa función, cuando debía visitar casi una decena de granjas por día, se acostumbró a pisar el acelerador. Así fue que junto a su esposo se hicieron miembros del Automóvil Club Real. Primero fue navegante de su marido, pero al poco tiempo se hizo cargo del volante con la colaboración de su amiga de la infancia, Ursula Wirth.

Comenzaron corriendo para Volvo, pero en 1962 firmaron para Mercedes Benz. Obtuvieron el Campeonato Europeo entre 1959 y 1962, además de adueñarse de la categoría Damas en Rally «Sol de Medianoche» (actualmente Rally de Suecia) en tres ocasiones consecutivas.

Contra todo pronóstico

Pero aquellas sospechas de que la inclusión de Ewy y Ursula tenía algún fin publicitario no era del todo descarriada. Las mujeres recibieron de Mercedes Benz un modelo 220 SE al igual que Herman Kuhne, en tanto que los otros dos binomios, encabezados por Eugen Bohringer y el piloto/playboy argentino Carlos Menditeguy manejaron modelos 300 SE, más modernos y potentes.

Luego de la primera etapa de la competencia, las burlas y críticas de algunos diarios se acallaron, Rosqvist y Wirth ganaron el tramo Pilar – Carlos Paz. Pero cuando se impusieron en el siguiente, la prensa en pleno festejó el éxito de las suecas.

Primeras en un mundo de hombres

Sin embargo, no todas eran rosas en esta carrera. Cuando dijimos que los competidores solían arriesgar su vida no estábamos exagerando. Ewy y Ursula vieron a la huesuda de cerca en un par de ocasiones, pero no era el momento. Menos suerte tuvo Herman Khuhne, que se estroló en la cuarta etapa y falleció en el accidente. Como gesto de solidaridad, las suecas pensaron en abandonar, pero Juan Manuel Fangio, les explicó que el mejor tributo para su compañero era ganar la competencia.

Finalmente Ewy Rosqvist y Úrsula Wirth llegaron primeras a la bandera ajedrezada, pero no solo eso: impusieron nuevo récord de velocidad de 126 kilómetros por hora y llegaron a la meta tres horas antes que el auto que venía detrás. Habían seguido al pie de la letra el consejo que el «Chueco» Fangio les dio al iniciar la carrera: «Manejen como siempre. Vayan tranquilas y dejen que los rivales se eliminen entre ellos, ya que la carrera es muy larga. Piensen sólo en el auto y en el camino».

Todo esto se convirtió en una verdadera conmoción y un golpe muy fuerte para el establishment machista del automovilismo argentino. A punto tal que Carlos Menditeguy, que fue descalificado en la segunda etapa, quien reclamó afirmando que se las estaban privilegiando arbitrariamente y que él era “el ganador moral” (tantos ganadores morales tuvimos en Argentina).

Leyenda del automovilismo

Las suecas fueron tapa de El Gráfico, con todo lo que ello implica, que calificó la hazaña como «sin precedentes» (lo cual era estrictamente cierto para nuestro país). Los medios reflejaron una de las primeras reflexiones de Ewy Rosqvist: «Decían que no íbamos a terminar y que era muy peligroso para dos mujeres, por eso ganamos».

Rosqvist dejó de participar en grandes carreras luego de que Mercedes Benz desmanteló su equipo de rally en 1965. Para entonces, nuevos fabricantes con automóviles más ligeros habían transformado al relativamente más pesado Mercedes en un coche menos competitivo. Ewy Rosqvist recibió una oferta de Audi, pero decidió finalizar su carrera en el rally de alta competencia. Siguió participando en competencias menores y su última carrera fue en 1967. En toda su trayectoria jamás tuvo ningún choque ni dañó ningún auto.

Después de retirarse trabajó en el museo de Mercedes Benz hasta jubilarse. Hoy, con 95 años, disfruta de una vida retirada en su Suecia natal, en medio de permanentes homenajes a su trayectoria y a la que tal vez haya sido su más épica victoria en el Gran Premio de Turismo Standard de la República Argentina. Alguna vez, en una entrevista, expresó sobre esa competencia: «¡Hoy habría dado cualquier cosa por una dirección asistida!».

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