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Editorial

Gastronómicos y gimnasios: entre las necesidades y las obligaciones

Gastronómicos y gimnasios: entre las necesidades y las obligaciones

Los empresarios gastronómicos y los dueños de gimnasios se han manifestado claramente. NO cumplirán que no quieren cumplir lo dispuesto por el Decreto de Necesidad y Urgencia dictado a nivel nacional.

Estos sectores (gastronómicos y gimnasios) expresan a través de sus publicaciones en redes sociales y de sus declaraciones públicas su posición; que no están dispuestos a seguir siendo «el pato de la boda» en todo este contexto de emergencia sanitaria mundial.

Cuesta mucho no empatizar con esta gente. No hace falta ser muy ducho en contabilidad para darse cuenta que la medida los perjudica; y uno hasta entiende su fastidio y sus argumentos desde los económico.

Pero también es cierto que vivimos en un estado de derecho. Y en un país donde nos quejamos continuamente cuando alguien no cumple con las leyes; o cuando quienes son sus custodios, no hacen lo suficiente para que se cumpla con la letra de lo legislado.

Entonces entramos (casi todos nosotros) en una especie de «gataflorismo». Por un lado pedimos respeto a las leyes y castigo a quienes no las cumplan. Pero por otro lado, buscamos motivos personales o sectoriales para hacer caso omiso de lo legislado.

Durante estos meses, mientras muchos hicimos lo necesario para cuidarnos y cuidar de los demás, otros no lo entendieron así. Mientras unos usábamos barbijos, manteníamos la distancia social y nos privamos de visitar familiares queridos, otros decidieron que era más importante salir a tomar unos tragos, juntarse sin respetar norma alguna de bioseguridad, y hasta reírse de quienes seguíamos al pie de la letra los cuidados sanitarios.

Las consecuencias las estamos viendo por estos días. Con un sistema sanitario al borde del colapso, con personal médico agotado, saturado y diezmado, con el virus circulando. Porque esto que decimos no es una mentira ni una fantasía. Está y es real. Forma parte de la crónica diaria.

Mientras unos se cuidan a más no poder, otros pelean por lo que consideran sus derechos atropellados, y otros siguen organizando juntadas. Un escenario de ciudad (provincia, país, lo que mejor le parezca) muy difícil de solucionar sin la responsabilidad social que no apareció casi nunca en estos meses.

Así, seguirán pagando consecuencias quienes tal vez no deban, se continuará culpando al Estado (siempre es fácil hacerlo sea quien sea el gobierno de turno), y nunca seremos capaces de mirar hacia adentro para ver qué estamos haciendo bien, y qué estamos haciendo mal.

nakasone