AG Noticias
Crónicas al Voleo

El milagro del vuelo 5390

Por Germán Tinti (especial para Crónicas al Voleo)

El milagro del vuelo 5390. Cada verano, miles de británicos invaden las playas del sur de España para disfrutar el calor, ponerse colorados como bragueta de ladrillero, drogarse, emborracharse y tirarse a la pileta del hotel desde el balcón de la habitación en el séptimo piso.

Si bien no está documentado, lo más probable es que buena parte de los 81 pasajeros del vuelo 5390 de British Airways, que a las 7.20 hs. del 10 de junio de 1990 despegó del aeropuerto de Birmingham con destino a la soleada Málaga, hayan tenido ese objetivo. En poco más de cinco horas estarían insolándose en una playa mientras ingieren cantidades industriales de gambas y calamares.

Pero no sería un vuelo tranquilo aquel 5390 de British Airways.

«Ella está por embarcar / Quizá consiga un pasaje en la borda»

Trece minutos después de despegar, el avión había superado los 5.000 metros de altura y el personal de cabina ya distribuía entre los pasajeros algunos tragos y snacks. Según las películas, este es el momento en que los pilotos se desabrochan los cinturones de seguridad, se relajan y comienzan a hablar banalidades. En «¿Y… Dónde está el piloto?» el Capitán Clarence Oveur (que también es el agente Jim Phelps en «Misión Imposible», la original) invita a un niño que critica duramente al copiloto, Kareem Abdul-Jabbar, por su desempeño en las canchas de básquet. En «El vuelo», Denzel Washington se pega un nariguetazo o se clava una petaca de ginebra. Mientras, en «Sully» no llegan a ese momento porque el quilombo se arma apenas despegan. En «Avión presidencial» me parece que nadie se ocupa del pobre piloto.

Pero en el vuelo que pretendía llegar a Málaga, los tripulantes no tuvieron tiempo de relajarse. De repente, el parabrisas del lado del capitán Timothy «Tim» Lancaster se desprendió, lo que provocó una descompresión descontrolada que succionó al capitán hacia afuera y lo dejó atascado en el agujero de la cabina de mando.

Los rápidos reflejos de Nigel Odgen, uno de los tripulantes, que atinó a agarrar al capitán, evitó que Lancaster fuera despedido de la aeronave. No obstante, la posición del piloto era por demás incómoda.

«Ella está por despegar / ella se va»

«Todo lo que podía ver eran sus piernas. Salté por encima de la columna de control y lo agarré por la cintura para evitar que se fuera por completo –le contó Odgen a The Sydney Morning Herald–. Todo estaba siendo succionado fuera del avión. Incluso una botella de oxígeno que había sido atornillada salió volando y casi me arranca la cabeza».

El relato del tripulante es cada vez más estremecedor: «Mis brazos se estaban debilitando y luego se resbaló. Pensé que lo iba a perder, pero terminó doblado en forma de U alrededor de las ventanas. Su cara golpeaba contra la ventana y le salía sangre por la nariz y un lado de la cabeza, sus brazos se agitaban. Lo más aterrador era que sus ojos estaban muy abiertos. Nunca olvidaré eso».

Mientras tanto, en medio del caos que imperaba en la cabina, que por momentos quedó sumida en una espesa niebla provocada por la casi instantánea pérdida de presión, el copiloto Alison Atchison tomó el comando de ese bólido descontrolado que volaba a cinco mil metros de altura y a más de 600 kilómetros por hora.

«Ella viaja sin parar / El viejo truco de andar por la sombra»

La cosa no era fácil. El fuerte viento que entraba por el hueco del parabrisas provocaba suficiente ruido para que Atchinson no pudiera escuchar con claridad a los controladores de tierra, por lo que tomó la decisión de descender sin saber si existía el peligro de cruzarse con otro vuelo y sin la carta de navegación, que había salido volando por el parabrisas.

«Recuerdo que vi el parabrisas saliendo hacia afuera de la aeronave y luego desapareció como una bala en la distancia –comentaría Tim Lancaster en el documental canadiense «Mayday»–. Estaba consciente de haber salido hacia arriba. Todo se volvió surreal. Me acuerdo de estar afuera del avión, pero eso no me molestó tanto. Lo que más recuerdo es que no podía respirar porque la corriente de aire no me dejaba. Me di vuelta y pude respirar. Recuerdo haber visto la cola del avión, el motor, y luego no me acuerdo de nada más. Mi memoria se detuvo en ese momento».

«Ella baila sobre el mar / ella se va»

Mientras tanto, en la cabina de pasajeros la cosa no estaba para nada tranquila. La parte de la tripulación que no estaba ocupada en mantener el avión volando y al capitán Lancaster más o menos dentro del avión, hacía esfuerzos, por momentos vanos, para mantener la calma de los pasajeros. Algo bastante difícil si tenemos en cuenta que en esos momentos el copiloto comentaba por los altavoces el estado de situación, anunciando que se intentaría realizar un aterrizaje de emergencia.

El plan original de Atchinson era aterrizar en el aeropuerto de Londres-Gatwick, pero la torre le dijo que lo hiciese en Southampton, que se encuentra más cerca. Si tenemos en cuenta que las comunicaciones entre el avión y las torres de control eran por demás dificultosas, el desafío de realizar un aterrizaje seguro era gigantesco. Por eso puede decirse que el copiloto logró hacerlo contra todo pronóstico.

«Pasajera en trance / Pasajera en tránsito perpetuo»

El vuelo 5390 de British Airways tocó tierra a las 7:55 de la mañana con los pasajeros y los tripulantes en shock, pero prácticamente ilesos. Fueron 35 minutos de absoluta desesperación. «Pude ver un cuerpo colgando de la ventana», le contó una pasajera a la agencia británica Press Association. «Una azafata que estaba parada cerca de nosotros, en la parte trasera del avión, comenzó a llorar. Pensé que nos íbamos a estrellar y comencé a rezar», aportó otro pasajero.

Cuando el avión se detuvo, los servicios de emergencia ingresaron rápidamente a la cabina de la aeronave y se encontraron con algo que nadie esperaba: Tim Lancaster aún estaba vivo. Aun inconsciente y magullado, el piloto respiraba, luego de haber estado expuesto, por casi media hora, a vientos de más de 600 kilómetros por hora, y a temperaturas de hasta veinte grados bajo cero.

Lancaster quedó internado en el hospital de Southamton. A pesar de lo dramático de la situación que había tenido que soportar, solamente había sufrido algunas fracturas y un principio de hipotermia. En ese momento muchos apelaban al término «milagro» para explicar el asunto. Cinco meses después volvió a volar.

nakasone