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Dieguito Gutiérrez: a 26 años, la herida sigue sangrando

Dieguito Gutiérrez: a 26 años, la herida sigue sangrando

Hoy 17 de agosto se cumplen 26 años de la desaparición nunca explicada ni resuelta de Diego Armando Gutiérrez. Su ausencia sigue siendo una de las asignaturas pendientes con la memoria que tenemos en nuestra ciudad.

Para la familia Gutiérrez, y para toda Alta Gracia, el 17 de agosto de 1998 no fue un día feriado más. Era un lunes en el que el sol peleaba con las nubes por ganarse el reinado del cielo. Aquel día, aprovechando el franco, sus padres habían decidido pasar la jornada en familia, junto al Dique Los Molinos. Más concretamente en la zona de la Bahía El Biguá.

Fue al momento del almuerzo cuando se percataron que el pequeño Diego no estaba más con ellos. “Hacía un ratito que lo habíamos visto, y ahora ya no estaba”, dijo en su momento su padre, resumiendo en pocas palabras la desazón y la desesperación que se vivió en ese horrible instante.

Los años han pasado. Hace poco, Dieguito cumplió 26 años. Así, en presente, porque ni sus padres ni todos quienes aún mantenemos esperanzas de encontrarlo podemos ni queremos considerar que lo hemos perdido para siempre.

Tal vez por aquello de que una persona muere sólo cuando no tiene más nadie que piense en él, “Pocho”, su padre no ha bajado nunca los brazos para desentrañar qué fue de su pequeño.

Hace relativamente poco se dijo que había intenciones desde la Fiscalía que en su momento manejaba el Dr. Emilio Drazile, de mover el expediente, de renovar oficialmente la búsqueda. Pero finalmente todo quedó en la nada.

Que veintiseis años no son poco. En el medio, entre 1998 y la actualidad, pasaron marchas de silencio, movidas en los medios, acción en las redes sociales, contacto con organizaciones no gubernamentales. Búsquedas hasta en los más increíbles lugares donde ni la policía quería entrar, videntes que aseguraban lo que nadie creía, y hasta un momentáneo olvido del tema desde los ámbitos judiciales y policiales.

Un olvido que nunca abarcó a su familia. Que no involucró a sus afectos que no bajaron nunca los brazos, que mantienen la esperanza de encontrarlo un día, y que se sostienen como pueden y con lo que tienen en pos de ese sueño.

Agosto es un mes muy duro para la familia de Dieguito. A pocos días de su cumpleaños, se recuerdan las dos décadas de su misteriosa desaparición. Dieguito Gutiérrez, tal como ocurre con Vanesa Zamora, es una herida que sigue abierta y sangrando en el corazón de una ciudad que a veinte años, aún no puede entender que un niño desaparezca de la nada en un abrir y cerrar de ojos.

Porque ni Dieguito ni nadie desaparece así como así. No fue abducido por una fuerza extraña, no se volatilizó en el aire. A Dieguito se lo llevaron, se lo robaron, lo secuestraron. Así de simple. Y por ello, su búsqueda no deberá nunca ser dejada de lado por nadie. Dieguito vive. Y hay que seguir buscándolo para curar la herida sangrante de una ciudad que se niega a mirar para otro lado cuando se habla de él.

nakasone