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Descansa en Paz, Diego… Gracias por tantas alegrías

Descansa en Paz, Diego... Gracias por tantas alegrías
Por Juan Carlos Gamero

Diego Armando Maradona falleció hoy pasado al mediodía en su casa del Tigre, luego de sufrir un paro cardiorespiratorio. Tenía 60 años.

Murió Diego. Hasta ahí la noticia fría, la crónica del desgraciado hecho que se conoció hace instantes y que recorre el planeta como un reguero de pólvora. Detrás de la noticia, una mezcla difícil de digerir, con bronca, tristeza infinita, dolor y admiración.

Es el momento en que este periodista, quien muchísimas veces supo disfrutar del Diego pleno en una cancha, decide dejarle el lugar al hombre, al hincha, al fanático del fútbol.

Porque nadie que peine canas o que cuente sus años en varias décadas podrá negar que Diego fue quien más alegrías nos dio como futboleros. Fue él, y solo él, quien nos hizo surgir un grito al viento, un abrazo entre amigos, una mirada al cielo con los puños en alto. Fue él y solo él, quien entendió a la perfección aquella mixtura de talento, compromiso y entrega total. Elementos indispensables para cualquier logro con la camiseta albiceleste.

«Pelusa», «Diego», «Diegote», «D10S«, como le querramos llamar, fue jugador de fútbol para trascender los tiempos y los espacios y convertirse en ídolo, en mito y en leyenda.

Era contradictorio. Tan contradictorio como lo somos casi todos los argentinos. Era bocón. Tanto como todos aquellos que simplemente dicen lo que piensan en el momento en que lo expresan. Era impredecible, porque surgió de un barrio donde si no improvisabas sobre la marcha te llevaban puesto.

Luego llegamos nosotros, los que lo elevamos a una categoría divina y le exigimos que fuera perfecto, que no tuviera errores, que no se equivocara nunca. Pero claro, era un ser humano. Si le exigimos lo que no dio, no le echemos la culpa a él.

Se fue Diego. Se fue el más grande, el mejor de todos. El que más alegrías nos dio en el fútbol. El que procuró siempre que la pelota no se manchara, pese a sus errores (que pagó, y con creces, por cierto). Se fue Diego. El periodista quedó atrás y el hombre que escribe estas líneas lo hace con lágrimas en los ojos.

Descansa en Paz, Diego. Gracias por todo. Tardaremos mucho en recuperar la alegría que nos supiste regalar.

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