La semana política que cerró ha tenido unos cuantos ingredientes que la hicieron sabrosa a la hora de la crónica y el análisis.
Entre globos de ensayo, reuniones eternas, negociaciones casi increíbles, afiches imprevistos y declaraciones cruzadas, las dos agrupaciones políticas más importantes de Alta Gracia han desandado días que consideran decisivos.
Peronismo con señales poco claras
En el oficialismo de Hacemos por Córdoba, el miércoles se lanzó como un hecho la fórmula Marcos Torres – Fernando Mina. La versión no fue echada a correr al azar, ni mucho menos. Mina, hombre surgido en el seno del «saieguismo», pero funcionario de Torres es una persona candidateable tanto para uno como para otro sector. Además, la versión indicaba que la fórmula era producto de un acuerdo que se había firmado entre sectores. De inmediato al conocerse el rumor, el propio Walter Saieg rompió el silenzio stampa que mantiene con los medios para desmentir todo acuerdo y y despegarse de esa versión.
Mientras tanto, la fecha de cierre de listas se acerca poco a poco (será el 28 de junio), y no hay indicadores de que hubiera fumata blanca por el sector peronista. Walter organizó cuatro o cinco actos con mucho peronismo de base, pero sigue sin mostrar cartas; Marcos continúa apareciendo en cuanta inauguración o evento municipal surja, buscando afianzar su imagen de candidato, pero aún no se conoce ni siquiera quién lo acompañaría en la fórmula.
Como si fuera poco, Roberto Urreta colgó pasacalles, Duilio Silva realizó pintadas, y Pablo Ortiz (que ayer era «torrista» y hoy es «saieguista») marcó sus ganas de correr solo en una PASO.
¿Será todo esto porque en el fondo, y más allá de la pirotecnia política todos los sectores aún abrigan esperanzas de un posible acuerdo de último momento?
Radicalismo «casi» unido
Por el lado de Crece Alta Gracia, la alianza que encabeza el radicalismo, todo ha sido tejer y destejer. Como la mítica Helena de Troya, los referentes boinas blancas han escrito y borrado varios papeles con una posible lista de precandidatos a concejales. Mientras, Leandro Morer aparece como el gran reconciliador aunando a su alrededor a los distintos sectores tanto del radicalismo, como de sus aliados políticos.
Todo parecía marchar muy bien, y encaminarse a una fórmula Morer – Vagni, cuando de pronto una movida política de la legisladora hizo que todo corriera riesgo. Enormes carteles proponiéndola marcaron que Amalia sacaba los pies del plato y que no estaría dispuesta a negociar posiciones en el armado de la lista.
No tardó el sector de Morer en responder a través de las redes sociales, dejando bien en claro que el actual concejal quiere ir de precandidato a Intendente, y que al menos eso, no lo negocia.
Más allá de esto, todo pareciera estar un poco más calmo por este sector de la arena política local. Luego del piñazo recibido el 12M, y de la pérdida de peso interno en la alianza a nivel nacional, la UCR local pareciera estar dejando de lado (al menos por ahora) diferencias históricas y trataría de dar el zarpazo con una lista de unidad.
Saben que la división del peronismo les puede dar la gran chance de recuperar el municipio. Que lo ocurrido en Villa Los Aromos ha dejado preocupado a más de un peronista, y ven la posibilidad de aprovechar la contingencia. La posibilidad es grande, pero también los son los egos y las apetencias personales o sectoriales, algo que la UCR deberá sortear si quiere llegar con chaces ciertas a las Municipales.
Todo apunta que la que viene, por corta que sea, será una semana decisiva en muchos aspectos para una y otra alianza. Para el cierre de listas faltan varios días, pero 28 llega pronto…
