Ser mamá sustituta es una tarea que requiere de mucha paciencia y de mucho corazón. AG Noticias dialogó con Ale, una mujer que fue madre sustituta durante seis años y contó el modo en que esta experiencia cambió su vida y la de su familia. // El nombre de la entrevistada y la fotografía han sido distorsionadas para preservar su identidad de las personas.
Ale fue mamá sustituta por, más o menos, seis años. Escuchó una entrevista radial del periodista Rony Vargas a la presidenta del programa Nazaret. «Me gustó lo que contó, me impactó su slogan: «el que recibe a un niño A MÍ me recibe». Sentí muchísimas ganas de hacerlo. Lo comenté con mi marido y dijo ‘¿estás loca?’. Ese día guardé el número de contacto que dieron.»
«Un par de años después, un mediodía mientras cocinaba, fue un gran impulso que ya no podía contener… Recuerdo que apagué las hornallas y me fui a llamar. Llamé al programa Nazaret de familias sustitutas. Lo primero que pregunté era si había un requisito económico, porque nuestros ingresos eran modestos e incluso había veces que eran escasos. La respuesta fue que no había requisitos económicos, así que me dieron una cita para una entrevista. Apenas volvió del trabajo, le dije a mi marido. Allí todo fluyó y él aceptó. Con ese primer contacto todo empezó.»
Ale también cuenta que no le fue difícil acceder a ser madre sustituta. Luego de la primera entrevista con los presidentes del programa Nazaret, Ale y su familia fueron derivados a la SENAF. Allí un equipo técnico -una psicóloga y una asistente social- los entrevistaron nuevamente y acordaron un periodo de evaluación. «Eso fue para que ellos pudieran saber quienes éramos, como estaba constituida nuestra familia, cómo y dónde vivíamos, pero sobre todo querían saber porque deseábamos hacer eso. Fuimos durante un mes y medio, dos meses. Teníamos una cita cada 15 días. Al terminar esa evaluación nos dijeron que nos darían el ok. Entre las cosas que nos preguntaron figuraba si preferíamos niña, varón o bebé. También si queríamos a niños más grandes. Yo había respondido que me daba igual, pero que prefería determinada patología, pues uno de mis hijos la padecía y yo sabía bien qué hacer al respecto.»
Diez niños en su cuidado
«Quiso el destino y la providencia que en pleno enero hubiese una niña en el hospital de niños, que lamentablemente padecía esa enfermedad. Estaba lista para irse de alta y no tenía a donde ir, porque había sido dejada allí. Un instituto no era opción, justamente por su estado de salud . De todas las familias ya evaluadas que tenía la secretaría no había nadie adecuado para dicha enfermedad, sólo nosotros.»
«Fue así que nos llamaron para preguntar si podíamos ir por ella, hacernos cargo de sus cuidados , de sus controles médicos y de la escuela ´-ese año le tocaba ingresar al jardín-. Estuvo en casa durante dos años. Estuvieron conmigo 10 niños. El más pequeño de edad tenía un mes, mientras que la de mayor edad tenía 11 años cuando pasó por mi caso. En ese rango de edad estuvieron los 10. Fueron cuatro varones y seis niñas. Siempre de a uno por vez. Cuando uno se iba llegaba otro, si es que así lo deseábamos, claro.»
Una adopción a puro corazón
Ale contó que el décimo niño que le tocó cuidar, es su hijo. Hoy está próximo a cumplir 14 años. «Hago una aclaración importante y a destacar en este punto. Una mamá sustituta no es objetivo que sea una mamá adoptiva. No es ese el camino, ni la vía , ni la expectativa. Para ello están las listas de adopción, donde las familias que quieran adoptar pueden anotarse y seguir los pasos.»
«Una familia de tránsito, de acogida o sustituta es, digamos, ‘una solución’ dentro de la complicada situación que atraviesa el menor. Es quien puede brindarle la calidez de un hogar, un trato como hijo, con todo lo que ello implique, sin perder de vista ni un minuto que no es tu hijo, que no lo será y que no se quedará. En este caso puntual, que mi hijo pudo ser mi hijo se debió a un grave problema de salud que él padece. Y todo lo que tuvo que ver con eso lo convirtió en adoptable para nosotros. Claro que pasamos por todos los pasos y requerimientos que cualquier familia con intenciones de adoptar.»
En la familia de Ale, ya había tres hijos biológicos. La llegada de este cuarto hijo fue feliz, maravillosa y con muchos calificativos positivos. «Con él me retiré de ser mamá sustituta por el tiempo que demanda su vida y sus cuidados.»
Una experiencia gratificante
Finalmente, Ale recalcó que el apoyo de su familia en esta experiencia fue indispensable. «Fue una experiencia que creo nos marcó para siempre, nos marcó para bien. A mí personalmente me resultó gratificante, me llenó de felicidad, me hizo crecer, me hizo madurar ,me lleno de experiencias, me hizo comprender muchas cosas, me hizo cambiar mi pensamiento, me hizo aprender a no emitir juicios, me hizo aprender a ver desde la simpleza del niño.»
«Lo que siempre sí me ha tocado como denominador común que las personas me digan ‘¿pero cómo podes?’ ‘¿Pero cómo podes acostumbrarte a tenerlo, quererlo, cuidarlo y que después te lo saquen..?’. Yo siempre decía y sigo diciendo, ¿alguna vez levantaron a una persona que estaba haciendo dedo en la banquina y la llevaron hasta algún lugar donde esa persona le quedaba mejor y más cómodo? ¿Lloraron cuando la persona se bajó? ¿Su vida se terminó cuando la persona se bajó? ¿Se les cruzó por la mente tal vez llevarse esa persona a su casa y no dejarla ir nunca más? Me parece que es el ejemplo para decir lo que les quiero contar, por lo tanto los requisitos son tener una casa, un hogar, una familia, mucho amor para dar, ganas de compartir el tiempo y la experiencia. Así que solamente hay que lanzarse a la aventura de vivir.»
