Por la Dra. Laura Iglesias (Especial para «La Educación sobre la Mesa»)
“Las finanzas se hacen parte de la cotidianidad de los y las estudiantes desde que hacen referencia a un término tan sencillo como el ahorro. Desde temprana edad empiezan a crear sus propias habilidades financieras en busca de administrar esa suma de dinero de la que disponen como un gran tesoro. Así, la educación financiera juega un papel muy importante en tanto enseña a los niños y jóvenes esas buenas prácticas que les ayudarán a ser adultos financieramente responsables.”
Se entenderá por educación financiera al proceso por el cual las personas adquieren conocimientos esenciales sobre el manejo del dinero, las finanzas personales y sus derechos como usuarias y usuarios financieros. Y, consecuentemente, desarrollan habilidades para usar productos y servicios financieros bancarios y no bancarios, de forma responsable e informada.
En el plano internacional existe consenso sobre la relevancia de promover la educación sobre finanzas como área de política pública. Las y los líderes de G20 han aprobado recomendaciones para mejorar las capacidades, conocimientos, habilidades y comportamientos financieros por parte de individuos y empresas. Para lograr estos objetivos dentro de la delineación de acciones estratégicas, se encuentra “Incorporar contenido de educación financiera en el currículo de las escuelas.
En nuestro país, se aprobó en el año 2018 la Ley N° 27.440 de Financiamiento Productivo. Mediante su artículo 211, busca impulsar la Educación Financiera en los niveles secundarios en el marco del Plan Nacional de Educación Financiera. Algunas provincias tomaron esta ley y aprobaron sus propios regímenes, entendiendo que la esfera educativa en los niveles básicos y medios es jurisdicción de cada una de las provincias.
Sin quererlo está presente a diario
Diariamente las personas toman decisiones financieras, algunas muy complejas como la tasa de interés adecuada para un préstamo bancario o situaciones cotidianas como la compra en el supermercado. Los niños y niñas, también toman decisiones financieras. Claramente no tan complejas; a la mayoría, sus padres les dan un importe de dinero para comprar su merienda en el colegio, y al decidir qué adquirir hacen uso de las finanzas, tienen en cuenta sus gustos y la cantidad de efectivo de la que disponen.
Si le agregamos que se propongan alguna meta en especial, seguramente surgen términos como el “ahorro”, que sin duda es un recurso financiero. En la actualidad los adolescentes también toman decisiones financieras, mediante la administración de las billeteras virtuales. En ellas se hacen responsables de sus decisiones, al distribuir su disponibilidad metálica entre gastos como telefonía, salidas, cubrir alguna necesidad básica.
Es así que se enfrentan a situaciones más complejas que, como lo afirman Kiyosaki, R. T & Lechter, S. L. (2004), “sin los conocimientos sobre finanzas y la manera en que funciona el dinero, no están preparados para encarar el mundo que les espera”. Ocasionando que cometan errores que conlleven a incomodas situaciones económicas como el sobreendeudamiento.

Pedagogía que acompaña
Las acciones estratégicas en materia de educación financiera se desarrollarán teniendo en cuenta a los y las estudiantes a quiénes van dirigidas. Además, su contexto, sus necesidades reales y sus saberes previos. Esto implica que quienes participen de las iniciativas no serán considerados sujetos carentes de todo saber a quienes se debe instruir desde cero.
Existe una diversidad de autoras y autores y corrientes que desarrollan teorías sobre el aprendizaje. El impulsar esta formación enfatiza en aquellas que focalizan en la noción de aprendizaje significativo y parten de una mirada que centra su preocupación en la construcción del sujeto que aprende.
En línea con los postulados de David Ausubel, el aprendizaje significativo se produce cuando la persona asocia una información nueva con una que ya posee. Y así reconstruye ambas en el proceso, dando lugar a nuevas síntesis (AUSUBEL, 1960). El tema finanzas no escapa a ello.
Las iniciativas de educación financiera se brindarán en el marco de un proceso donde la actividad de la/el participante cobra especial relevancia para el aprendizaje. En línea con esta perspectiva, se trata de “aceptar que la transmisión de saberes y conocimientos no se realiza nunca de modo mecánico. Que no puede concebirse en forma de una duplicación de idénticos como la que va implícita en muchas formas de enseñanza. Supone una reconstrucción, por parte del sujeto, de saberes y conocimientos que ha de Inscribir en su proyecto y de los que ha de percibir en qué contribuyen a su desarrollo” (MEIRIEU, 2003).
La complejidad de cualquier proceso educativo implica tener en cuenta que “lo «normal» es que la persona que se construye frente a nosotros no se deje llevar. O incluso a veces se nos oponga, simplemente, para recordarnos que no es un objeto en construcción sino un sujeto que se construye” (MEIRIEU, op.cit.).
Toda iniciativa de educación financiera debe preguntarse en primer lugar por los intereses y el contexto de los sujetos a quiénes se pretende ofrecer herramientas que mejoren su acceso y uso de los servicios financieros. Se pretende que las propuestas se orienten en el sentido de lo que plantea Jacques Ranciere. Lo hace cuando señala que “el secreto del maestro es saber reconocer la distancia entre la materia enseñada y el sujeto que instruir. Como así también la distancia entre aprender y comprender” (RANCIERE, 2007).
No es solo administrar, es también resiliencia
La resiliencia financiera se refiere a la capacidad de una persona para adaptarse y recuperarse de los desafíos financieros, ya sea una crisis económica, la pérdida de empleo o emergencias inesperadas.
La base no es solo dinero, es también saber «usar» ese dinero. Los jóvenes que adquieran conocimientos financieros sólidos desde el principio estarán mejor preparados para tomar decisiones financieras inteligentes a lo largo de sus vidas, lo que contribuye a su salud financiera a largo plazo. Los estudiantes a través del desarrollo de la habilidad de postergar la gratificación son menos propensos a caer en la trampa del endeudamiento excesivo y más propensos a tomar decisiones financieras responsables.
Además, la resiliencia financiera también puede jugar un papel importante en la prevención de la ludopatía. Aquellos que puedan acceder a una formación a cerca de la capacidad de resistir la tentación de la gratificación inmediata contarán con otros recursos a la hora de manejar sus impulsos y tomar decisiones financieras racionales, lo que reduce el riesgo de caer en patrones de comportamiento adictivo, como el juego compulsivo, un flagelo que hoy merodea entre los adolescentes.
Teniendo a mano un abrigo amigo, que disfruten un hermoso domingo!!!



